Estamos ante una de las infecciones más comunes de los labios, boca o encías, especialmente en niños y jóvenes. Hablamos del virus del herpes simple, una infección que favorece el desarrollo de ampollas pequeñas y dolorosas comúnmente llamadas calenturas o herpes febril, ubicadas por lo general en la piel de los labios, mucosa oral, encías o en la zona peribucal.

Los síntomas generalmente se presentan una o dos semanas tras el contacto con una persona infectada, aunque pueden llegar a tardar más de 20 días. Durante unas pocas horas el paciente se queja de quemazón local, aumento de sensibilidad u hormigueo, y aparecen en el borde externo del labio varias vesículas que progresan hacia la ulceración y costrificación en un plazo de 48 horas.

Las vesículas están agrupadas y contienen un líquido claro, estando localizadas sobre una base inflamada (levemente levantada) sobre la piel o las mucosas. Persisten durante 8-12 días, a partir de los cuales las vesículas comienzan a secarse y la inflamación a desaparecer. El proceso completo dura alrededor de tres semanas.

En los niños y adolescentes estas vesículas pueden aparecer también en la mucosa oral, faringe y se asocian a inflamación de ganglios, fiebre y cefalea. El virus puede permanecer latente en las células nerviosas del ganglio trigémino y luego provocar un rebrote, ocasionalmente en el sitio original o cerca de él. La recurrencia normalmente es leve y puede desencadenarse por los períodos menstruales, exposición al sol, enfermedad con fiebre, estrés u otras causas desconocidas.

La distribución de los virus herpes simple es universal y parece que el único reservorio es el ser humano, considerándose que un 85% de la población de los países desarrollados tiene el virus latente – o activo – en su organismo a los 40 años de edad, tasa que en el caso de los países en vías de desarrollo se alcanza tan solo a los 5 años de edad.

Contagio por contacto físico

El contagio se produce por simple contacto físico, por leve que éste sea, teniendo en cuenta que incluso puede producirse en ausencia de lesiones herpéticas y cualquier persona contagiada es un potencial transmisor del virus durante toda su vida.

Tratamiento más frecuente

Cuando se manifiestan los síntomas clínicos en los pacientes, el ciclo viral está muy avanzado y la intervención farmacológica específicamente antiviral suele ser poco eficaz. En pacientes inmunocompetentes, el aciclovir tópico es moderadamente eficaz, siempre que se aplique muy precozmente tras la detección de los primeros síntomas. En general, cuanto mayor sea el número de administraciones al día, tanto más eficaz es el tratamiento. Generalmente, se aplica cinco veces al día.

En los cuadros herpéticos labiales, el tratamiento no cura inmediatamente la infección, aunque acorta aproximadamente a la mitad, la duración del ciclo evolutivo, siempre que se administre de forma precoz y continuada. El mantenimiento del tratamiento durante el período establecido es especialmente importante, ya que un acortamiento del mismo facilita en gran manera la aparición de recaídas y el contagio del virus a otras personas. Su empleo como profiláctico y fundamentalmente en las reactivaciones por la exposición al sol no ha mostrado resultados concluyentes.

Las precauciones que debemos tomar

• El riesgo de diseminación disminuye si se lavan adecuadamente los objetos que han estado en contacto con el germen antes de ser reutilizados y no compartir artículos con personas infectadas, especialmente cuando la infección está activa.

• También deben ser evitados todos los factores precipitantes y en especial la exposición al sol, utilizando para ello filtros solares adecuados.

Los síntomas normalmente se resuelven en una o dos semanas, pero si los síntomas persisten más tiempo, es preceptiva la consulta médica. Igualmente, cualquier síntoma sistémico, como fiebre, dolor intenso o que irradie a otras áreas corporales, o una extensión anómala de la superficie afectada, así como la coexistencia de enfermedades o el uso de medicamentos potencialmente inmunosupresores (corticosteroides, tratamientos para la prevención de rechazo, anticuerpos monoclonales para patologías autoinmunes, como artitritis reumatoide, psoriasis, etc), exige remitir al paciente a la consulta médica especializada.